Recién tenía varias preguntas en mi bandeja de entrada, Facebook y Twitter sobre opiniones, consejos y experiencias de Taxco; y de repente, que se presenta una oportunidad para conocerle dentro del marco de la Feria Nacional de la Plata 2014.
El viaje comenzó a la media noche desde Veracruz para luego de 6 horas llegar hasta la ciudad de México (central Tapo) aunque lo ideal era llegar a la Central del Sur o mejor conocida como Taxqueña. Mañana fresca, 6º C, siete de la mañana (7am) y estaba apenas llegando para abordar un taxi que me llevara a la otra central de autobuses por $140 pesos; también es posible ir en transporte público más económico (metro), pero tenía un poco de prisa para llegar a la otra terminal, que es de donde salía mi siguiente autobús.
Después de un recorrido por carretera de aproximadamente 3 horas llegaba al pueblo mágico de Taxco (el único hasta ahora del estado de Guerrero). Luego de reunir los suficientes requisitos establecidos por la Secretaria de Turismo, en 2002 fue declarado Pueblo Mágico. Un par de ultimas curvas y ya estaba en la tierra de la Plata. La terminal, justo en el Hotel Posada Misión, donde iba a hospedarme, así que no debía abordar ningún otro transporte local.

-Ponga atención, y no se distraiga- corregía con carácter cuando alguien volteaba la mirada. Preguntaba en todo momento si no había dudas y si todo estaba claro. Así que después de terminar tan breve y amena charla, y justo en donde termina la misma se encuentran varios artesanos que ofrecen sus productos hechos con plata y a mano, de los cuales uno se sorprende por los precios tan accesibles…y estoy hablando de algun ejemplo de aretes más sencillos de ¡hasta $35 pesos!.
Yo, de mi parte, por supuesto que he aprovechado y comprado unas arras de plata, esas que en joyerías se encuentran en unos $2,000 pesos, las encontré en $500 pesos, unos $35 dólares.
Los extranjeros son los que buscan diseños más elaborados, el mexicano busca precio... -expresa a menudo un artesano de la plata-. Y es que después de la explicación uno logra entender que cada uno le da un significado especial, le imprime un sentimiento muy particular a cada pieza y en base a ello pueden llegar a establecer el precio final.

He de decir que sí sentía un poco de nerviosismo y presión para llegar hasta Taxco, y más sabiendo que a unos 30 kilómetros está Iguala, esa ciudad que ha estado en la mira del mundo desde hace algunas semanas por la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. Sin embargo, no me pareció para nada peligroso y no vi absolutamente nada raro; aunque he preguntado a más de un local sobre el tema de la seguridad, me argumentaban la tranquilidad que impera en el pueblo por las noches. Que es seguro caminar por el centro e incluso andar de fiesta sin ninguna preocupación.
No es necesario ni indispensable el uso de automóvil dentro del pueblo, incluso puede ser caótico y estresante. Diminutas calles y callejones, subidas y bajadas me hacen pensar en Guanajuato; pero la gente local asegura no tener competencia pues muchas calles van en doble sentido, lo cual hace más “emocionante” el desafío a la hora de conducir.

¿Tienen hambre?, pues vamos a cenar. Ya terminado el concierto cerramos el día con agradable cena en la terraza del Restaurante San Angelinn, de los mejores de Taxco, y de ésta manera y con el corazón contento por tan ameno recibimiento nos retirábamos para descansar.

Pero, como todo viaje... uno tiene que ir dispuesto a disfrutarlo, a vivirlo al máximo y tener los ojos bien abiertos, para bien o para mal. Yo he vuelto muy feliz por agregar un bello pueblo mágico de México más a mi lista. Uno de esos pueblos con encanto, que te hacen querer volver al siguiente fin de semana. De los que sientes amor a primera vista.